Por el contrario, el Islam se define a sí mismo como Diin (la senda), como forma de vida; como sistema
de relación entre el ser y la realidad, y no solo como vínculo entre las personas, aunque también exista.
En el entorno donde nos ha tocado convivir, es un acto de valentía declararse musulmán, sabiendo bien
que las estrategias del mercado son muy eficaces en el control de las ideologías y en la lucha contra las
tradiciones espirituales (los musulmanes incomodamos, pues no somos susceptibles de una fácil
clasificación o de una definición convincente).
Pero estamos inmunizados, bajo el verdadero sistema que libera al hombre. Sumergidos en harmonía y
acordes con la creación, exclusivamente obedecemos a su Creador. Vivimos liberados e irreductibles
(solo siervos sometidos a Allah), pues ya no nos dejamos atrapar por doctrinas, la superstición,
manipulaciones ocultas del pensamiento, ni de sabiduría humanas.
Esta forma de vida nos blinda, ayudando a enfrentarnos a retos de la contemporaneidad. Un
pensamiento que no admite lo trascendental en nombre del progreso, ni de la ideología, ni de la doctrina.
El carácter de nuestra personalidad tiene un reto precioso, que es manifestar nuestra dicha al prójimo.
Máxime, cuando convivimos en esa “frontera”, en un territorio entre semejantes de mayoría ajena al
Islam.
Representamos un papel con profunda conciencia del proceso sociocultural y existencial. Dirigimos
nuestras decisiones, las cuales estarán implicándonos tanto a nosotros mismos, como al resto de la
sociedad. => Nuestro objetivo es ser útil.
Al principio hay mucho que aprender dentro de nuestro fuero interno, para afianzar nuestra creencia (al
Aquida) y consolidar la práctica de adoración (Ibada). La gracia de Allah Arrahim, nos permite que cada
cual marque su propio ritmo de crecimiento, metas y límites.
Una vez conseguida esta base, el corazón llama a manifestar tu felicidad a los demás. Y aunque no
seamos grandes oradores locuaces, para llamar a compartir esta gracia y transmitir esta dicha al prójimo,
los musulmanes simplemente emitimos ¡Luz! y nuestros actos de conducta ejemplar, son claves y
suficientes, para llegar a la sensibilidad del vecino, de familiares, amigos y enemigos.
¡Siente tu “retorno” como un nuevo estado de renovación y purificación!
Ahora toda nuestra acción y cualquier voluntad empiezan con ¡Bismilah!
(y suplicamos y quedamos en manos de que Allah nos lo acepte)
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**Rechazamos expresiones, que ajenas a nuestra comunidad pretenden imponernos:
_ *No somos “conversos”: Hemos vuelto y reconocido nuestra Fitra* (la naturaleza innata humana; la particularidad con la que
ha sido creada, su carácter genuino gracias a la cual reconoce a su Señor)
_**El común de las religiones llevan el nombre de sus fundadores (Cristo – cristianos, Buda – budistas…). Nosotros no, y no
somos mahometanos; somos musulmanes (donde dentro de nuestra relación, sometemos libremente nuestra voluntad a la de
Allah).